“En silencio Misiones: trabaja, aprende, avanza”
Estoy triste, enfermo de una forma de tristeza que más asemeja al estado en que caen los vencidos. Pienso que no puedo permitirme el “lujo” de estar de otro modo y siento como que tanta lucha fue desgastante e inútil.
El PBI es la música de turno por estos nuevos valles pelados y secos, rojizos premonitorios acuden a mi mente mortal y a viva y graciosa voz circulan nuestra querida tierra colorada.
Hay una propaganda desalentadora del gobierno que dice algo así como “en silencio estamos construyendo” y como imagen de fondo está una foto con una inmensidad tal que más tiene de tenebroso y denigrante que de alentador, más parecido a un paisaje patagónico. En silencio si, los tiburones también cazan en silencio, los roedores también hacen lo suyo en silencio. Claro, las voces sonantes de concejales y diputados solitarios también son silenciadas de a uno y es cuando la gente deja de tener eco propio, identidad de preservación y libertad de hacer valer derechos fundamentales.
Lo cierto es que luego de tanto ruido de motosierras ya casi quedaron en el olvido tanta exuberancia, y… seguimos llenándonos la boca con que un alto porcentaje de nuestro Producto Bruto Interno reside en la madera extraída de nuestra tierra. A tal punto y con tal desenfado que cada vez más vemos como se reemplazan bosques riquísimos (“sustentables”) por pastura para ganadería y tabaco para impunes multinacionales. Un PBI que mueve a una provincia con ojos desencajados, manos amputadas y raíces secándose al sol rajante de estas latitudes. Y somos nosotros mismos los que permitimos nos proyecten al mundo exterior con mega construcciones, con industrias altamente perjudiciales sin medir ni prever altos costos ecologistas y sociales.
Nuestra libertad está en juego cuando dejamos de observar los temerarios negociados de los gobiernos de turno aun cuando los escuchamos justificar lo injustificable con un sórdido “En silencio Misiones: trabaja, aprende, avanza””.
Trabajar, aprender, avanzar…? Fornicadores de la verdad, adulteradores de la realidad, no me detendré en impugnar estas siniestras hipocresías. ¿Cómo entender que es otro misionero, otro argentino, otro Ser humano el que está permitiendo esto?!
Alguno pensó en cómo ponerle freno a las enfermedades y pestes que ya son una realidad en nuestra provincia? Nosotros, los “descreídos”, sabemos que los daños dejan de ser colaterales y pasan a ser centro de atención cuando vemos la alarmante provisión de vacunas que recibimos para apaciguar “sospechas” de alguna pestilencia, por parte del mismo estado. ¿Somos alarmistas, antiprogresistas, subversivos los que veníamos anunciando tantos riesgos si continuamos depredando nuestra selva, represando nuestros ríos y no planificando en forma segura el destino de nuestra basura?. La naturaleza se toma revancha sin miramiento, culpables e inocentes por igual sufriremos las consecuencias mientras algunos alardean que es necesario construir más represas para que mejore nuestra calidad de vida.
Si, somos los “alarmistas” de siempre, los “descreídos”. Grupos dispersos decodificando el morboso tablero de los que deciden por nosotros sin tomar un rumbo común y seguro (sin intereses personales) e intentar salvar lo que nos queda, salvarnos, promoviendo coherentemente un plan de producción sin romper, cortar o secar nada más, nada más.
Es gracioso ver sus caras gordas y relajadas en los periódicos y en sendos programas televisivos –provinciales y nacionales- hablando del progreso de nuestro suelo y a diario observamos, por nuestras veredas, ejércitos de relocalizados, menesterosos, enfermos y explotados laborales, eso sin referirnos a nuestros ancianos sumidos en la miseria y el abandono.
Si; en silencio nos están dejando sin identidad y cada vez la ganadería y la producción de granos nos está quitando el oxígeno y la esperanza de tener una provincia feliz y verdaderamente sustentable.
El silencio es sinónimo de asecho, depredación y desertificación.
La vida silvestre busca refugio en nuestros reductos poblacionales, los pájaros son más abundantes en las ciudades que en nuestros campos ya que tal es la magnitud de los agrotóxicos y pesticidas que los asesinan en pleno vuelo, entre otros. Si, nuestra tierra está en silencio, ¡nuestros bosques nuevos son silenciosos!. Ya pocos pájaros surcan nuestro cielo, la proliferación de insectos dan cuenta de la ausencia de otros seres vivos que forman parte del ecosistema maravilloso de nuestra tierra sin mal. Pero esto se convirtió en una tierra sin sentimiento, quizá el único con que se cuenta es la ambición desmedida, la falta de respeto al prójimo, y aun nuestra civilidad está en riesgo cuando ponemos de una lado el peso infalible de un plebiscito contra un grupo de lobistas con claras intenciones de ganar una pulseada ya ganada a cambio de fuertes “regalías” (y no justamente para que vuelvan en obras para la comunidad, sino para ese grupo monopolizador de poder, como pequeños reyesuelos hambreados por la codicia).
Acaso no tenemos ejemplos vivos de lo que sucediera con Yaciretá? por ej, por cada cierta cantidad de familias la empresa –EBY- aportará una máquina compactadota de basura... ¿Dónde están esas benditas máquinas? Por favor, ¡nos está tapando la basura! pero sin embargo tenemos una bella costanera como un inmenso “paco” que nos quita la voluntad de ser, con todas sus letras, libres, soberanos.
Ni 20 represas son necesarias para que la provincia despegue pues, sin ir más lejos, miremos a nuestros hermanos paraguayos nadando en el desconcierto y la hambruna social.
Misiones tiene dos “talentos” resignados para que los administremos, uno se podría decir que son las Cataratas del Iguazú y el otro es la misma tierra colorada: El primero es causante de que sea quién fuere que lo viera, no quiere conocer otra cosa de Misiones pues su belleza es tan inmensamente perfecta y maravillosa que eclipsa el resto de nuestro suelo habiendo tanto aun para ver de nuestra querida provincia. Por otro lado la tierra colorada, rica, riquísima, hace posible el crecimiento super acelerado de pinos a tal punto que en menos de 5 años tenemos un producto tan invasivo como el Eliotti para producir pasta. Y en silencio permitimos que sigan produciendo celulosa a lo largo de nuestro Río Paraná esterilizándolo a rabiar y promoviendo impunemente mortales dolencias a la población costera. Pero no caemos en la cuenta de que si se está en silencio, entre tanta pestilencia y debilitamiento moral, nuestra historia genética, nuestra integridad física ya no significan mucho para quienes deciden por nosotros. Está en riesgo nuestra estructura humana a cambio de… “mano de obra”, educación, progreso? Estamos siendo sistemáticamente engullidos por estas empresas multinacionales que con anuencia del gobierno terminan tomando mano especializada de quién sabe qué otro país y somos arreados y secuestrados con total impunidad EN SILENCIO…
Un misionero descreído